Durante la tarde del 17 de septiembre, cuando los chilenos nos preparábamos para comenzar con un dieciocho de largo aliento, desde Estados Unidos se informaba que The New York Times, el periódico referente del periodismo digital decidía cerrar su edición en español. Fin al contenido propio para la región, pues desde esa fecha solo cuenta con traducciones de los principales artículos de su edición global.
Las redes sociales se colmaron de mensajes de los profesionales recién cesados del medio que, además de agradecer, insistían que lamentaban el cierre de un medio con “un increíble crecimiento de audiencia y el periodismo relevante e incisivo de impacto creciente en Latinoamérica”. Entonces, si todo estaba bien, ¿por qué la decisión de cerrar?
The New York Times emitió un comunicado en el que explicó que, después de tres años, la versión en español de la denominada Dama Gris del Periodismo “no resultó ser financieramente exitosa”.
Esto se pudo entender cuando el fundador de la edición, Elías López, explicó a través de Twitter que no había una estrategia de monetización (estrategias regionales de venta de anuncios) ni captación de leads (opciones de convertir a los lectores en suscriptores de pago).
But the Times had no plan for monetization. There were no regional ad sale strategies or even a way to try to convert readers into subscribers. Even the CMS was different when i was there – didn’t serve potential subs, produce reliable metrics and marginalized the work.
— Eli Lopez (@elopezgross) September 17, 2019
Este fue un duro golpe para el periodismo y los medios digitales de todo el mundo, pues desde hace un par de años habían puesto sus ojos en el Times como un ejemplo a seguir, pues los 3,4 millones de suscriptores digitales y una fuente de ingresos que proviene mayormente de los lectores que de sus anunciantes le entregan sostenibilidad a un modelo que ya no tiene al mercado hispanohablante entre sus prioridades.
Éxitos efímeros
Que el periodismo está en crisis es una evidencia que está al alcance del común de los usuarios. Podemos ver en Chile cómo en dos años el mercado de las revistas de papel couché “despareció de los kioscos”, cómo todos los canales de televisión abierta operan con pérdidas que han obligado a recortes y a repetir programas, y cómo las personas leen menos periódicos impresos. La solución parecía estar en los Entornos Digitales.
De hecho, así lo fue durante algunos años. Quienes fueron pioneros en crear periódicos en la web se encontraron con oportunidades ante una audiencia en constante crecimiento, generación de contenido para diversas y generosas comunidades en redes sociales y las opciones de que sus publicaciones fuesen viralizadas.
Medios con contenido simpático (utilizando emojis, memes, GIFs, filtros, stories y toda funcionalidad de turno) y con “contenido snack” (sabroso, liviano y fácil de digerir) abundaban como casos de éxito.
No obstante, a principios de 2019 algo se rompió. Los principales referentes del periodismo viral (es decir, aquellos que conseguían sorprendentes números de tráfico en sus páginas web debido a sus múltiples y activos seguidores en redes sociales) comenzaron los despidos masivos: Buzzfeed, Vice y Playground redujeron en promedio a una cuarta parte de sus equipos periodísticos.
En resumen, los medios de comunicación viven una crisis propia de los efímeros éxitos que se pueden conseguir en los entornos competitivos de hoy. Los consumos de contenido de las personas están en continuo cambio y los ingresos publicitarios se están concentrando en formatos específicos.
A modo de ejemplo, citar las palabras de Christian Leal, el editor de Biobio Chile: “en el mundo de YouTube y Netflix, ¿a quién le preocupa llegar a tiempo a casa para ver el noticiero central?”.
Y hablando de Biobio, nobleza profesional obliga a decir #FuerzaHuelgaBioBio