En un partido que fue de menos a más, el Club Atlético River Plate se ha coronado campeón de Copa Libertadores 2018 cerrando así una era en la historia de la competición.
El partido disputado en el Estadio Santiago Bernabéu terminó 3 a 1 a favor de la banda sangre, que comenzó abajo con gol de Darío Benedetto a los 44’ para Boca Juniors, pero Lucas Pratto a los 68’ igualó el marcador y llevó a tiempo extra, donde Juan Quintero a los 109’ y Gonzalo “Pity” Martínez a los 120+2’ le dieron el título a los de Nuñez.
Copa Libertadores en el estadio del Rey
El encuentro estuvo marcado por lo peor de nuestro fútbol, la violencia de la barra más dura de River no permitió que el partido se realizara en el Monumental, una vergüenza para el país que vio afectada la realización de la cumbre G20.
La tarea de recibir el fierro caliente que es recibir el primer superclásico argentino en una final de Copa Libertadores se fue a Madrid, donde el dinero ha sido casi tan protagonista como la acción en la cancha.
Todo ha sido materia de escrutinio, desde los dineros que ha recibido el Real Madrid por prestar el estadio, dineros que el comercio madrileño ha obtenido con la llegada de los fanáticos siguiendo a su equipo favorito e incluso dineros que aún no se cancelan en materia de seguridad, a varios días de disputado el partido.
Aun cuando el encuentro se realizó de manera correcta y sin novedades en materia de comportamiento, el espectáculo igualmente no fue perfecto, ya que muchos hinchas se quedaron con las ganas de entrar al estadio porque sus entradas habían sido clonadas.
Una nueva etapa

Siguiendo la tendencia europea, curiosamente mismo continente donde se disputó la última final en modalidad de ida y vuelta, a contar de la próxima edición la final del máximo torneo sudamericano de clubes se realizará a solo un partido y su sede será escogida con anticipación.
La sede para la edición 2019 ya ha sido escogida y será Santiago de Chile, país que recientemente fue anfitrión de Copa América, lo que asegura cierto nivel de preocupación.
Pero bien cabe pensar si esta nueva modalidad para la elección de sede para jugar la final será más una sentencia que un beneficio para la ciudad anfitriona. Esperemos que, tal como el G20, la próxima final sea una celebración de orgullo y unidad.
Tal como dice el dicho: el amor mueve montañas y la violencia finales del siglo.