Hay una amplia lista de candidatos para ganar un Roland Garros que parece reservado para los mejores estrategas.
Hay torneos en los que se vislumbra un gran favorito… y otros en los que todo parece tan abierto que el ganador puede salir de una amplia lista de candidatos. Y diría que este es el caso del inminente Roland Garros, al que varios jugadores llegan con tantas victorias apabullantes como dudas o derrotas inexplicables.
¿Momento de Alcaraz?
Por una u otra razón las apuestas se dividen y, al menos yo, no podría decantarme por un solo y firme aspirante. Por mucho que Djokovic llegue como número uno con Roma bajo el brazo. Por muchos adjetivos que se haya ganado Alcaraz. Por muchos títulos, 13, que haya obtenido Nadal sobre la arcilla parisina. Así que tomemos asiento… y a disfrutar de un abierto en todos los sentidos.
Como decía, Djokovic viene entonado. Pero no disputa un partido a cinco mangas desde agosto. Y esta temporada le han ganado, en tierra, Alcaraz, Rublev y Davidovich. Lo de Alcaraz es bien diferente. Ha descansado después de sus dos explosivas victorias en Barcelona y Madrid pero las dudas pueden residir precisamente en saberse y sentirse demasiado favorito y que “sólo” ha disputado 15 partidos de Grand Slam.
Si logra ser paciente para asumir partidos largos y consigue atemperar todos los piropos que irá recibiendo con el paso de los días… será difícil batirle. Y, en cuanto a Nadal, todo el respeto que se ha ganado a lo largo de sus 105 batallas ganadas en París, sobre esa tierra batida que conoce de memoria. Las lesiones, el poco rodaje con el que llega y jugadores desconocidos a los que se enfrentará serán sus hándicaps… pero es imposible e injusto descartarle antes de tiempo.
Roland Garros es otra cosa
Del resto de candidatos, Tsitsipas, Ruud, Auger-Aliassime o Norrie asoman la cabeza por delante de otros tenistas que podrían dar la sorpresa y plantarse en una final, en la que auguro que no estarán Medvedev, Zverev o Rublev. Serán partidos largos, de mucha presión y sobre una tierra con la que hay que tener calma para alzar los brazos al final del encuentro.
Los grandes sacadores, los jugadores impulsivos o aquellos que reducen su juego a tirar fuerte sufrirán. Roland Garros es otra cosa. Es un pedestal reservado para los mejores estrategas. Esos que los mejores aficionados están deseando ver deslizarse, cada año, sobre la arcilla dorada por el sol de la siempre añorada primavera parisina.