En el tenis actual se impone cada vez más un estilo directo, inmediato. Nada de intercambios. Nada de enmarañar al rival. Nada de subir el Alpe D’Huez al ritmo de Indurain. Hay que ganar por la vía rápida. Sin concesiones. Pero llega Roland Garros… y, en apenas seis días, se libran hasta 17 batallas a cinco sets. Una delicia.
Acabada la primera semana de Roland Garros, se avecinan emociones fuertes porque para los octavos de final se han clasificado jugadores que representan lo mejor del pasado, presente y futuro del tenis. Sólo hay que ver que siguen vivos jugadores como Musetti, con 19 años o Federer, el más mayor de todos, cumplidos ya los 39. De los 16 clasificados, solo seis saben lo que es ganar un Master 1000. Y hay siete de los mejores diez jugadores del planeta. Cifras que hacen creer que la final será el punto y final al mejor torneo de tierra batida, ese que regala tantas épicas batallas. Y, además, a cinco sets. 17 de momento. 17. Y las que vendrán.
Llegados a este punto de la competición, hay tres jugadores que han generado las mejores sensaciones. Son los favoritos más fiables sobre el papel. A Djokovic, Nadal y Tsitsipas se les ha visto con hambre. Sin dudas. Y con un tenis tan arrollador con el que han cedido una sola manga (Tsitsipas). Incluso apenas se han acercado a disputar ‘muertes súbitas’ (una Nadal y otra Tsitsipas). Todo un síntoma. El sorteo del torneo deparó que Djokovic y Nadal vayan por la misma parte del cuadro, por lo que podrían enfrentarse en semifinales pero no en una final. Aunque antes de esa hipotética batalla podría haber un Federer-Djokovic en cuartos. No se ven las caras desde Australia en 2020. Alto voltaje.
Roland Garros y las cuantías de carisma
Entre el resto de durísimos aspirantes, al margen de españoles y argentinos, habituales en estas lides de polvo de arcilla, destacan tres italianos. La nación transalpina siempre había generado grandes jugadores de tierra. Pero hacía tiempo que tres jugadores no se plantaban en octavos de finales de Roland Garros. Y los tres, Sinner, Musetti y Berrettini, con grandes aspiraciones, distintas maneras de jugar y con un gran porvenir. Parece que los Fognini, Seppi y compañía tienen recambio generacional a la vuelta de la esquina.
Garín tendrá un duro escollo frente a Medvedev, segundo cabeza de serie pero cuyas prestaciones en tierra bajan mucho respecto a otras superficies. El chileno ha llegado hasta octavos por méritos propios y tendrá sus oportunidades. Por la misma parte del cuadro también viaja Zverev, que adolece como Medvedev que su potentísimo saque pierda fuelle cuando se trata de tierra y sin altura.
En cualquier caso, los mejores aficionados están de enhorabuena. Hay hasta once cabezas de serie. Despliegan estilos dispares. Con diferentes cuantías de carisma. Y que buscarán que sus afilados tiros acaben besando las líneas de manera milimétrica porque es lo que desean hacer en cada jugada. Y ya lo saben. Si se trata de besos y deseos, estamos en la ciudad perfecta.