Rafa Nadal podría enfrentarse en el Madrid Open a tenistas de 22, 19 e incluso 17 años. Asomándose él a las 35 primaveras, que cumplirá precisamente durante Roland Garros.
Arranca un nuevo torneo de Madrid de tenis, otro de esos peldaños sobre tierra batida que llevan a París, hasta ese 13 de junio en el que se conocerá al nuevo campeón de la competición más piropeada de todas las que se disputan en polvo de arcilla, Roland Garros. Y, como ya viene ocurriendo desde 2005, el nombre de Rafa Nadal está en boca de todos. ¿Ganará en la capital española el tenista nacido en Mallorca, por sexta vez, a pesar de la altura y de tantos otros hándicaps? ¿O sucumbirá al empuje de los nuevos jugadores, diez-quince años más jóvenes que él, que tanto tiempo llevan llamando a la puerta que estoicamente tienen bien cerrada Nadal, Djokovic y Federer? Ley de vida versus ley de Nadal.
Porque lo cierto es que, sobre el papel y especialmente porque el también español Alcaraz acaba de vencer al francés Mannarino, Rafa Nadal podría enfrentarse en Madrid a tenistas de 22, 19 e incluso 17 años. Asomándose él a las 35 primaveras, que cumplirá precisamente durante Roland Garros. Si llegase, en la final del Madrid Open 2021 podría ver al otro lado de la red a Medvedev o Tsitsipas, siempre guiándonos por los carteles de presuntos favoritos. El ruso ya cumplió 25 años mientras que el griego, el mismo que llevaba a Nadal a una tercera manga agónica en la final de Barcelona, nació en Atenas hace 22 años.
El cuadro de Rafa en el Madrid Open 2021
En las rondas precedentes Nadal podría batirse en duelos con, como decimos, tenistas mucho más jóvenes. Thiem (27), Zverev (24), Rublev (23) serán rivales en las últimas rondas no sólo más jóvenes sino peligrosísimos para el campeón en cinco ocasiones sobre la arcilla madrileña situada a 600 metros sobre el nivel del mar. Aún más jóvenes e igualmente peligrosos serían el italiano Sinner o el también español Alcaraz, ya que sólo han cumplido 19 y 17 años, respectivamente.
Pero, más allá de los números, la cuestión generacional entraña otro problema para Nadal. Y es que supone enfrentarse a tenistas en encuentros inéditos. Es decir, que el tenista español juega contra rivales a los que nunca se han enfrentado. Que no sabe realmente cómo juegan contra él. Que no puede intuir cómo le atacarán o cómo se defenderán de su temida derecha. No hay precedentes que se inclinen a su favor, no hay teorías que valgan. Y son jugadores que precisamente por ello juegan sin complejos, sin arrugarse.
Porque no saben lo que es perder contra el rey de la arcilla. Incluso porque plantean estrategias diferentes respecto a los rivales de la misma generación que Nadal. Como hizo Ivashka, víctima del español en Barcelona y que, pese a no tumbarle, sí que supo hacerle bastantes tiros dañinos a pesar de que jugaba contra alguien que ya había ganado ese torneo en once ocasiones.
Una nueva oportunidad
La ley de vida dice que los mayores tienen que acabar por dar paso, tarde o temprano, a los jóvenes que llegan al circuito. La ley de Nadal dice que, a pesar de la juventud, esos tenistas acaban por inclinarse ante un tenista nunca visto hasta ahora sobre arcilla. Tal y como pasó en el último Roland Garros, precisamente, en el que la ley de Nadal se llevó por delante a cinco rivales seguidos que nunca habían jugado contra Nadal. El mismo torneo que el español se llevó para casa tras ganar a Schwartzman y Djokovic en las dos últimas rondas.
Llega Madrid. Y llega Nadal. Una nueva oportunidad, en todo caso, para disfrutar de lo mejor del tenis. De esos partidos inolvidables, como la final disputada en Barcelona, que quedan en la retina. Para siempre.