Puntos cortos, aces y especialistas de pistas duras han predominado en esta versión del Madrid Open 2021. ¿Será que este ATP 1000 nos está enseñando cómo serán los tenistas del futuro?
Si es tierra batida, ¿por qué no hay puntos largos? Eso me pregunta una decepcionada aficionada. Y tengo que darle toda la razón. En el presente torneo de Madrid, algunos de los mejores especialistas en el saque, esos espigados jugadores que rondan los dos metros de altura y que en pistas duras suelen servir por encima de los 210 kilómetros por hora, han pisado la arcilla madrileña y han llegado muy lejos aprovechando, precisamente, la altura de la capital española, que sopla a favor de aquellos que logran 10 o 15 aces por encuentro. Han tumbado a especialistas en el polvo de ladrillo. Han destrozado pronósticos. Pero también han acortado los puntos. Porque muchos de ellos evitan las largas contiendas.
En las semifinales de hoy ha habido dos jugadores que superan los 190 centímetros de altura, como son Zverev (1.98) y Berrettini (1.96). Ambos llevan conectando una decena de puntos directos con sus respectivos saques en la presente temporada.
Pero es que hasta cuartos de final llegaron dos ‘cañoneros’ con mejores saques (pero mucha menos calidad en el resto de puntos) como son Bublik e Isner. El kazajo fue el primer tenista en superar los 250 ‘aces’ en 2021 y promedia 12 puntos directos por partido gracias a sus 196 centímetros de altura. El estadounidense mide aún más, 208 centímetros, suele disputar infinidad de ‘tie breaks’ porque pocos servicios suele perder y muchos aún se preguntan cómo fue capaz de llevar a Rafa Nadal en Roland Garros hasta los cinco sets en 2011, algo que por ejemplo nunca logró Federer en las seis veces que el suizo y el español se enfrentaron en París.
¿Más contundencia y menos estrategia?
Emplean fuerza, altura y puntería. Suelen ser certeros en la red. Pero si sus rivales aciertan a desconectarles con acertados restos, suelen ir deshaciéndose rápidamente a medida que avanza el encuentro. Un buen ejemplo fue el principio del partido que midió a Nadal contra Popyrin en octavos de final del presente Masters 1000. El tenista australiano, de 196 centímetros de altura, arrancó con un juego en blanco sacando. E inmediatamente planteó un juego plano, sin concesiones a equilibrados intercambios, para ponerse 0-40 con servicio del español. Resultado del primer set, 6-2 para Nadal, que sellaría su pase a cuartos de final en 79 minutos y sin tener que disputar una tercera y definitiva manga.
Muchos expertos coinciden en que los tenistas del futuros serán más altos y mejores sacadores. Que cada vez pesará más la contundencia y menos la estrategia. Que los largos e inolvidables puntos, quizás, serán parte de un bonito pero alejado pasado.