La república islamista de Argelia celebró sus últimas elecciones presidenciales el pasado 12 de diciembre. El vencedor, Abdelmadjid Tebboune, ha reemplazado al anterior presidente del país, Abdelaziz Bouteflika.
A sus 82 años, enfermo y tras 20 años en el poder, Buteflika fue apartado de su posición en abril de 2019 vía un golpe de estado por el general y jefe de estado Ahmed Gaïd Salah. Este último falleció de un infarto el pasado 23 de diciembre.
Argelia es un régimen autocrático y militar que desde la primavera de este año se encuentra sumido en una revolución política y social, similar a las primaveras árabes de 2011.
Esta revolución liderada por la Hirak busca derrocar una duradera democracia de fachada personificada en una élite militar y política conocida como le pouvoir. Hasta abril de 2019, su mayor exponente fue Buteflika.
Se trata de una élite militar totalmente apartada de la realidad democrática, de su pueblo y sus gentes. Pretende hacer creer a la opinión publica occidental y a sus países vecinos que, en el fondo, lo que está intentando establecer es una democracia constitucional y parlamentaria apartada del régimen islamista militar. Pero nada más lejos de la realidad.
Los resultados de los últimos comicios han provocado numerosas protestas. Los manifestantes denuncian que Bouteflika solo perpetuará el gobierno de sus predecesores.
Control a través de la tecnología
Las intenciones son claras y evidentes: le pouvoir pretende mantener su hegemonía a toda costa y a través de cualquier medio.
Desde 2006 está manipulando y hackeando la arquitectura de la información en internet. El poder interviene y controla la Web 2.0 y 3.0, las tecnologías móviles como 3G y 4G, las redes sociales como Facebook o Instagram, YouTube, Vimeo, la prensa generalista y los mass media.
El estado de emergencia ha sido declarado en el país. Todos los movimientos son controlados, rastreados, geolocalizados, observados y monitorizados.
Le pouvoir ha encarcelado y asesinado a activistas, abogados e intelectuales que utilizan estos medios para denunciar las repetidas violaciones de los derechos humanos.
Estudio durante el Ramadán 2019
Durante el Ramadán de 2019, llevé a cabo un estudio de campo en Argelia, donde entrevisté a los principales actores de la revolución, activistas y abogados defensores de los derechos humanos tanto en la capital (Argel) como en la región autónoma del Kabyle.
Entre los entrevistados figuran la presidenta del Consejo Mundial Amazigh, Kamira Nat Said; el abogado y presidente de la Liga Argelina de Defensa de los Derechos Humanos (LADDH), Salah Dabouz y los activistas mozabíes bereberes Hammou Aksil Chekebkeb y Salah Abbouna.
Las respuestas fueron ecuánimes: “Argelia es una prisión a cielo abierto”, una “dictadura 4.0”, que apoya el islamismo radical. Un estado cómplice donde las violaciones de los derechos humanos a minorías como los amazigh o los mozabíes bereberes -considerados ciudadanos de segunda- y su patrimonio cultural son una realidad.
Miguel Oliveros/Ligue Algérienne pour la Defense des Droits de l’Homme, Author provided
En la tierra de sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, donde llevan comerciando como nómadas durante generaciones, el Gobierno autócrata, las fuerzas del ejército, la Policía y la Gendarmería son cómplices junto a los terroristas de ataques a mausoleos, negocios, propiedades, industrias y terrenos.

Miguel Oliveros/Ligue Algérienne pour la Defense des Droits de l’Homme, Author provided
Las evidencias digitales de estas violaciones, difundidas en internet, son borradas de manera sistemática por el brazo cibernético del poder. El régimen ejerce un control absoluto sobre las tecnologías de la información y su libre flujo, una violación directa al artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).

Miguel Oliveros/Ligue Algérienne pour la Defense des Droits de l’Homme, Author provided
Piensen por un momento en lo difícil que es salvaguardar las imágenes y documentar estos procesos, en hacerlos accesibles y de carácter libre. En lo difícil que es enfrentarse sin estas pruebas a aquellos que apoyan la violación directa del artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Por eso, les pido que tomen conciencia. Apoyen a los defensores de derechos humanos y activistas que usan las tecnologías en red y la cultura del compartir con el fin de ejercer la libertad de opinión y expresión en la era de las prisiones a cielo abierto y las dictaduras 4.0.
Miguel Oliveros Mediavilla, Profesor asociado e investigador principal del programa H2020 en la Facultad de Comunicación y Artes, Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.