El cierre del año tenístico, con la Copa Masters y la Copa Davis, ha tenido cierto público pero sin el atractivo de otras competiciones. Quizás porque los resultados han sido, en cierta manera, previsibles.
La temporada de tenis ha echado el telón hasta… dentro de menos de un mes, cuando arranquen los primeros partidos de exhibición y los torneos previos al primer Grand Slam de la temporada. Tiempo escaso para descansar y desconectar de una temporada marcada, lógicamente, por la pandemia, que obligó a jugar en muchas ocasiones con las gradas vacías.
Sin embargo los dos últimos torneos del año, la Copa Masters y la Copa Davis, sí que han tenido cierto público pero no el enorme atractivo de otras competiciones. Quizás porque los resultados han sido, en cierta manera, previsibles. Quizás por el cansancio y las lesiones de los propios jugadores, habituales a estas alturas del año. O quizás por ese tenis que se impone de muchos centímetros y pocos intercambios en la cancha.
Ninguna de las dos citas vio a Djokovic como flamante ganador, el mismo tenista que hasta la final del Open de Estados Unidos lo había ganado todo y que parecía que lo iba a seguir haciendo el resto de la temporada ante la impotencia de Zverev o Medvedev por hacerle sombra.
Estos dos últimos sí que han acabado el curso triunfando y con muchas posibilidades de hacerse poco a poco con el cetro del tenis. Quizás la temporada 2022 tendría que ser la de la confirmación de ambas alternativas y, con permiso de Djokovic y unos cuantos más, lo lógico sería que se impongan en varios Masters 1000 y, si logran aplacar la fragilidad mental tan vinculada al mundo del tenis (más acentuada en el caso del tenis alemán), tampoco extrañaría verlos en lo más alto de los Grand Slams.
Interrogantes de Copa Davis
Zverev se hizo con una Copa Masters en la que se confirmó que a los tenistas de menos centímetros y más versatilidad les cuesta encontrar un hueco en las rondas finales, lo que en ocasiones puede ser sinónimo de aburrimiento. Y Medvedev logró su primera Copa Davis bien acompañado de Rublev destronando a España del título que logró hace dos años con Nadal al frente.
Extraño por cierto fue el papel de la escuadra capitaneada por Sergi Bruguera: no llegó a semifinales, sufrió la baja de Alcaraz sin que llegase a debutar y, en cambio, ofreció a la afición todo un recital de oficio y madurez con la victoria de Feliciano López, imponiéndose con 40 años a un emergente Rublev de 24 años.
La Copa Davis eso sí deja unos cuantos interrogantes en cuanto a la propia organización de la competición. ¿Funcionará seguir con las eliminatorias a tres puntos? ¿Tres, cuatro o cinco sedes para la recta final? ¿Y Abu Dabi? ¿Se volverá al formato antiguo? ¿O se optará por un sistema híbrido, recuperando elementos de aquella poética competición a la vez que se incorporan ingredientes propios de estos tiempos?
El propio staff del torneo ha explicado los cambios que se van a incorporar para la próxima edición y esperamos que con ellos logren que sea, como casi siempre lo fue, una competición diferente en la que el tenis se vuelve más imprevisible que nunca. Y cuando uno contempla un espectáculo, como en las mejores películas, sin saber cómo acabará porque los contendientes no tienen nada que perder y sienten el aroma que se respira en los grandes escenarios, eso es pura magia. De la que no se olvida.
